jueves, 5 de septiembre de 2019

Caminos a través de la depresión: Huida del duelo.

La depresión es la negación del duelo, quien no quiere admitir el duelo y lo reprime, se petrifica internamente en la depresión. Si el duelo es tan grande que uno es incapaz de elaborarlo, la persona solerá retraerse en una depresión. La depresión es como un tiempo muerto que el alma se toma hasta que sea capaz de exponerse al duelo. La depresión, como huida del propio duelo, es el tema del pasaje de Emaus en Lucas. En este pasaje, la terapia de Jesús consiste en que permite primero que los jóvenes depresivos cuenten su vivencia de la pérdida. Nuestro estado de ánimo dependerá siempre de la interpretación de los acontecimientos. Y la interpretación dependerá de determinadas actitudes y aceptaciones surgidas de experiencias anteriores.
Las personas depresivas necesitan un acompañante que marche junto a ellas por el camino, que no huya de su duelo, que no les haga ningún reproche, sino que las tome en serio en medio de su duelo. La perdida que proyecta la depresión en la persona, libera de las ilusiones que se habían hecho de la vida, de la ilusión de poner todas sus esperanzas en una persona, de que todo tiene que resultar siempre como nos lo hemos imaginado. Sin embargo, al mismo tiempo, la perdida nos introducirá en una nueva dimensión, en la dimensión de la gloria de Dios.
La perdida ofusca nuestro corazón, no obstante, en medio de la oscuridad podremos comprender en verdad quienes somos, que Dios en persona vive en el fondo de nuestros corazones con su esplendor, que da a su vez, esplendor a nuestras vidas. La noche, con su oscuridad, es una imagen de la depresión. los jóvenes, del relato, sienten temor ante la oscuridad de la noche. Si se hace la noche en el alma, uno casi no podrá soportarse así mismo. El depresivo necesita a una persona que le acompañe hacia la noche, que no sienta miedo ante la oscuridad de su corazón. La persona depresiva necesita a alguien que se quede junto a ella en medio de su temor y su confusión interna por los sentimientos depresivos. La depresión tiene que integrarse bajo la bendición de Dios, entonces se transforma.
El modo en el que Jesús reacciono ante los dos jóvenes depresivos podría ser una  imagen de la conducta del terapeuta o del padres espiritual ante las personas depresivas. Pero es también una imagen de cómo el depresivo debe relacionarse consigo mismo. Necesita a otras personas para salir de su depresión . Tiene que ser capaz de hablar de sí mismo y de sus experiencias para que su modos de ver pueda cambiar en la conversación con los demás.
El primer paso consiste en ver su vida bajo una nueva luz. Una característica esencial de la depresión, es que el mundo y todo lo que lo rodea se va distorsionando. Algunos se sienten responsables de todo. Muchos depresivos sienten que todo se ha confabulado en su contra y que ha recaído una maldición sobre sus vidas: nos hemos esforzado tanto, dicen, peo nada ha tenido sentido. Han ido a la Iglesia, pero Dios no los ha escuchado. No encuentran ninguna salida de esta visión exclusivamente negativa  de la vida. Jesús nos enseña como primer paso de la curación que debemos cambiar nuestro modo de ver las cosas mediante la lectura de las Sagradas Escrituras.
Los depresivos suelen leer la biblia en cierto sentido, con unas gafas oscuras. Mediante la lectura de la Biblia se sienten confirmados de su visión negativa según la cual, Dios los ha castigado y ellos mismos son culpables de su estado, porque han atentado contra los mandamientos de Dios. El depresivo necesita un acompañamiento como Jesús, que le revele el sentido de las Escrituras.
El segundo paso importante consiste en que la persona depresiva se mantenga consigo misma. Precisamente por la noche, cuando todo esta oscuro en ella, tienen que entrar en su casa, en la casa de su corazón, para quedarse consigo misma. No debe abandonarse. Y debe rogar a Cristo que entre en ella y se quede con ella.
El tercer paso de la sanación se manifiesta en el hecho de que, el depresivo, tiene que romper con su modo de ver las cosas y las pautas con las que ha vivido hasta ahora. Una causa esencial de la depresión consiste en los puntos de vistaque no corresponden a la propia realidad. Hay muchas ilusiones que la persona depresiva tiene que quebrantar. El quebrantamiento causa dolor. Pero solo así estará abierta para una nueva visión de su vida y en definitiva, para Dios. El sentido último de la depresión consiste en abrirse para Dios. El quebrantamiento de nuestras ilusiones resquebraja también la coraza que nos hemos construido a nuestro alrededor. Así me abriré para mi verdadero yo, para la imagen original y genuina que Dios se ha hecho de mí.
El método terapéutico que Jesús aplico a los jóvenes de Emaús corresponde, aproximadamente, a la forma en la que la terapia cognitiva conductual trabaja con los clientes depresivos. Esta forma de terapia aborda la visión negativa del mundo y las distorsiones lógicas inherentes de la visión que el depresivo tiene de la realidad. Intenta no desvalorizar la argumentación de los clientes depresivos, sino que la acoge y la dirge cuidadosa y afectuosamente hacia una visión mas positiva del mundo.
El paciente depresivo se considera inadecuado e incapaz, procesa todas sus experiencias de forma negativa y cree que sus dificultades actuales perdurarán para siempre.
Este método terapéutico consiste en desenmascarar el esquema de pensamiento depresivo y sustituirlo por una visión mas positiva. A partir de una visión transformada, no queda lejos el paso hacia otra actuación. Si la depresión se interpreta bajo la luz de la Biblia como una oscuridad que Dios me ha exigido a modo de prueba, entonces podre manejarla de otro modo. Entonces no me condenare por mi depresión, sino que la entenderé como mi travesía hacia la luz


































lunes, 20 de mayo de 2019

Caminos a través de la depresión. Ciego ante el mundo que nos rodea.

Las personas depresivas suelen tener ojos nublados, van por el mundo sin ver su belleza. Cuando hablan con alguien, se tiene la impresión de que no lo escuchan, su mirada está velada. Muchas veces es como si las personas depresivas llevasen gafas oscuras, ven el mundo su vida y todo aquello con que se topan a través de estas gafas. 
Se reencuentra la descripción de la persona depresiva en la historia de la sanación de un ciego, que se lee en Mc8,22-26. La gente conduce un ciego hasta Jesús y le pide que lo toque. De ello se pude inferir que la persona depresiva no tiene fuerzas para acudir por su cuenta al terapeuta. El depresivo tiene que sentir que puede ser franco ante el terapeuta o el padre espiritual, que no será juzgado, sino más bien que puede ser tal como es con todo lo que forma parte de él. Para conseguirlo, no puede tolerar espectadores. Le tendrá que rodear un espacio de paz, para que su alma sensible se haga oír.
Jesús no permite que la reacción del enfermo le determine, sino que actúa de forma soberana. Hace lo que le dice su instinto interior. Impone sus manos sobre los ojos del ciego, de manera que el ciego no pueda percibir nada más. Es un impulso para que mire hacia el interior, hacia dentro de sí mismo. Al principio el ciego levanta la vista, después ve claro y por último, distingue perfectamente. El depresivo tiene que levantar primero sus ojos para superar su abatimiento. Después ve al menos vagamente. Si bien todavía no puede encontrar al otro, sí lo percibe ya. El segundo paso es penetrar con la mirada su ser interior, la causa de su propia oscuridad y tristeza, para reconocer allí todo lo que le conmueve. Levantar los ojos, penetrar con la mirada y ver el interior definen los tres pasos de cómo se puede curar una depresión. La curación de una depresión comienza cuando levanto mis ojos cuando ansió saber de donde me vendrá el auxilio y cuando percibo que el auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra (Sal 121). Con la fe en Dios, al que alzo mis ojos, seré capaz de mirar ahora el fondo de mi alma a través del manto que cubre mi corazón.
A una persona depresiva no se le puede decir simplemente:"Levanta los ojos, no bajes mas la vista". Sin embargo, una vía a través de la cual se puede cambiar la depresión es la escuela de los ojos. 
Alzar la vista: en mi depresión, debo levantar mis ojos para que mi horizonte se haga más amplio, para que, en medio de mi oscuridad, puede ver la luz que me rodea. Las personas depresivas han dejado de ver la hermosura de la vida, son incapaces de regocijarse por algo. La mitrada hacia el cielo es el primer paso para salir de la autoinhibición. Sin embargo, el depresivo es incapaz de levantar los ojos por su propia cuenta.  
Penetración con la mirada: debo ver a través de la oscuridad que hay en el fondo de mí, mirara en el fondo de mi propia alma En la historia, Jesús invita primero al enfermo a no mirara el propio caos, sino a dirigir inmediatamente la mirada a través de todo hasta el fondo. Debe mirara a través de toda la oscuridad y lo que provoca temor, a través de lo repulsivo y amenazador, a trasvés de toda la desesperación hasta llegar al fondo, a la causa. Allí en el fondo, se reconocerá el espacio en el que vive Dios en todo ser humano, en el que hay amor, luz y calor. Los primeros monjes y santos padres llamaban contemplación a este modo de mirar. Contemplación significa decir si a lo que es, percibir que todo esta bien, aun cuando nuestra enfermedad tengamos la impresión de que nada esta bien, aun cuando nuestra depresión nos domine, en las profundidades de yo reconocemos la armonía con todo, una conformidad con nuestra vida. Aprender a conocer la depresión y manejarla correctamente es un paso decisivo en el camino hacia la curación. Sin embargo, la curación mas profunda se produce en el camino espiritual cuyo fin es la contemplación, el reposos en un lugar de paz, en el que Dios, el verdadero medico de mi alma, vive en mí.   
Mirar en el interior: como hemos mirado hasta el claro fondo a través de toda la oscuridad, ahora podemos atrevernos a mirar en nuestro interior todo lo que existe en nosotros en cuanto a angustia, desesperación, oscuridad, sentimientos de culpa, autoreproches, pero también en lo que respecta a la agresión y a la ira, a la amargura y al rencor. 
Una vez que Jesús ha enseñado al enfermo en la escuela de la vista a levantar los ojos, penetrar con la mirada y mirar en el interior, le envía de vuelta a casa. Le instruye para que no entre en la aldea. LA persona deprimida necesita, incluso después de su curación, el espacio protegido de su propia casa, en la que sabe que está en su hogar, en la que está consigo mismo. Tiene que evitar la aldea, no puede soportar el gentío. El depresivo debe asumir su enfermedad como una invitación a la paz y como un permiso para estar solo, para escucharse y encontrarse.

























































viernes, 17 de mayo de 2019

Caminos a través de la depresión. Bloqueo psiquico y físico

Las personas depresivas se sienten se sienten inhibidas y cohibidas en sus movimientos. Tiene la impresión de que sus miembros pesan como plomo. Caminan muy lentamente. Su mirada es vidriosa. El depresivo siente un bloqueo general. No consigue sacra fuerzas para escaparse de su pesadez. Con frecuencia, el movimiento lentificado es la primera señal exterior de una depresión. 
Las personas depresivas experimentan también sentimientos de culpa. Tiene la impresión de haber fracasado y de haber hecho todo mal, se siente culpables porque no pueden espabilarse, se sienten unos fracasados porque no consiguen dominar mejor su vida. Se siente culpables porque no tienen suficiente fe, porque siente que ni la oración, ni la lectura de la Biblia, ni la Eucaristía les libra de su depresión, porque creen que es suficiente para desaparecer su depresión la fe en Dios. Los sentimientos intensos y desproporcionados de culpabilidad son un criterio importante para la presencia de una depresión. Son expresión de la dificultada que se siente para hacerse cargo de la propia vida. Estos sentimientos de culpabilidad se convierten a la vez en muro protector.
El delirio del pecado o las ideas de culpabilidad, son afines a las personas depresivas y precisamente las personas religiosas tienden a tener estos pensamientos cuando están deprimidas. Con frecuencia estas personas casi no pueden leer ya la Biblia, porque en todas partes se topan con mensajes de pecado, condenación e infierno. Leen estos pasajes teniendo como fondo sus imaginaciones del pecado y se auto inculpan como los mayores pecadores, que han echado a perder todo en la vida y están entregados a la condenación. el deprimido, en lugar de entregarse a su supuesta culpa, tiene que reconocer su depresión y dejarse ayudar.
Sentimientos de culpa y inhibición motriz aparecen en la sanación del paralitico que narra Mc2,1-12. Este pasaje ofrece una imagen acertada de lo que las personas depresivas provocan en su entorno. A menudo su depresión se posa como una nube de polvo sobre su entorno. La depresión no puede curarse simplemente con medicamentos o medidas terapéuticas conductistas, aunque ambas vías pueden resultar bastante útiles. Pero, en lo profundo del corazón, la sanación ocurrirá solo cuando el depresivo sea capaz de despedirse de sus sentimientos de culpa. En este pasaje, Jesús ha comprendido la estructura depresiva del paralítico, pone la mirada en sus sentimientos de culpa y le promete perdón. Dios te acepta también con tu depresión. Dios te ha perdonado todos tus pecados. Así que ahora perdónate a ti mismo.
Las personas afectadas por sentimientos de culpa necesitan un ritual para superar sus resistencias contra el perdón. Dicho ritual puede ser la confesión, capaz de ayudar precisamente a las personas depresivas para que se perdonen también a sí mismas. Solo después de la promesa del perdón de los pecados, Jesús presta atención al síntoma de la parálisis. Como primer paso, Jesús ha prometido algo al paralítico. En el segundo paso, le ordena que se ponga de pie, recoja la camilla y se marche a casa. Con sus palabras vigorosas, pone al enfermo en contacto con su propia fuerza. A veces, es bueno no escudriñar demasiado en las causas o en los diferentes sentimientos de la depresión y evitar seguir dando vueltas a su alrededor. Se necesita una palabra que rompa el circulo vicioso de la depresión, una palabra que impulse a actuar.
El enfermo ha de tomar su camilla en brazos y llevársela con él. La camilla es la imagen de su depresión. La depresión seguirá acompañando al enfermo. Pero no volverá a atarlo a la cama. Se llevara su depresión bajo el brazo, la tratará afectuosamente. Pero no dejara que ella decida nada más.
Las personas depresivas están alienadas en sí mismas. No se sienten a sí mismas. Están muy intranquilas y, sin embargo, paralizadas. No tiene paz consigo mismas, sino que se sienten indecisas. El depresivo debe vivir en si mismo. Tiene que soportar que la depresión viva también en su casa. Ha de convivir con ella. Entonces ya no lo dominara más.
El primer paso terapéutico para el manejo espiritual de la depresión consiste en que creamos que nosotros somos aceptados por Dios, somos queridos por Dios con todo lo que hay en nosotros. La experiencia del perdón nos invita a perdonarnos a nosotros mismos. El perdón de Dios requiere para lograr mas eficacia, que nos perdonemos a nosotros mismos. Si algo ya ha pasado, déjalo pasar. Dios te ha perdonado. Así que deja tú también de pensar sin cesar en porque lo hiciste. Y deja de condenarte. Ya paso, esta enterrado. Déjalo estar bajo tierra. Deja de utilizar tus sentimientos de culpa como pretexto para no tener que soportarte a ti mismo.
El segundo paso terapéutico para el manejo espiritual de la depresión consiste en despertarnos una y otra vez, levantarnos con nuestra depresión y permitirnos emprender con ella el camino, es decir, el camino hacia casa, hacia nosotros mismos.  A través de nuestra depresión, que con frecuencia se posa como u tupido velo sobre nuestra alma, queremos penetrar hasta nuestro núcleo interior, en el que estamos sanos y salvos y donde dejamos de estar infectados por la depresión. Realizar caminatas, practicar el trote o realizar cualquier otra actividad física o deporte es una buena profilaxis. Cuando me desgasto físicamente y sudo, entonces me siento a mi mismo. Y la respiración se hace más profunda. Si me siento, no estaré deprimido. Por eso, una buena ayuda contra las depresiones consiste en salir al aire libre y moverse. 


lunes, 29 de abril de 2019

Caminos a través de la depresión. No soportarse a si mismo

Con frecuencia, las personas deprimidas se retraen del resto de los humanos, porque les cuesta mucho aceptarse ya que tienen una autoestima reducida, opinando en muchas ocasiones, que los demás no las valoran ni las toman en serio, esto conlleva a que tengan unas expectativas exageradas respecto a la estima que merecen por parte de otros.  
El deprimido, como enfermo se enfrenta a sus reprensiones y contenciones, conllevando a desarrollar un carácter agresivo como mecanismo de protección, ya que como se tiene miedo de los demás, hay que ocultarse tras el muro protector de la depresión, conllevando a que su circulo intimo familiar les produzca una profunda alienación.
Las personas depresivas son incapaces de sentir alegría por algo, todo les resbala, y ante este enfrentamiento, la narración del leproso que relata el evangelista Marcos en Mc1,40-45 hace notar, que cuando el deprimido se reconoce como leproso, sintiéndose abandonado, excluido, poca cosa, un don nadie, Jesús, actuando soberanamente, es capaz de hacer algo y despierta en el su propia fuerza. El primer paso entonces para la sanación consiste en que Jesús siente compasión por la persona deprimida, que se acerca a Jesús y le implora de rodillas "Si quieres, puedes dejarme limpio", pero la compasión es un riesgo para el terapeuta ya que el mismo puede deprimirse, puesto que como persona tiene que sentir compasión por el deprimido, compenetrándose con él, pero también necesita un límite para conservar sus propias fuentes de energía.
El segundo paso de la terapia de Jesús consiste, en extender su mano y establecer una relación con la persona deprimida, intentando llegar a ella. Ante esto, si el terapeuta no se asusta ante la reserva del deprimido, podrá derretir lentamente el hielo de la frialdad de sentimientos y establecer una relación.
El tercer paso de la terapia de Jesús consiste en tocar al leproso, Jesús no tiene miedo de tocar al enfermo. El confía en sí mismo o en Dios. Debido a esta razón, la depresión del enfermo no le afecta. No puede ser arrancado de su centro, de su serenidad, de su paz. La fuente interior que brota en él, no resultara afectada, si se dedica al enfermo y lo toca. Quien esta unido a Dios, no teme a los enfermos ni tampoco a su efecto contagioso y patógeno sobre otros. Quien este en contacto con el espacio interior de paz al que ninguna persona tiene acceso, podrá dedicarse abiertamente al depresivo, pues sabe que en él, existe un espacio que esta protegido contra la oscuridad y el caos que imperan en el otro ser. Desde esta paz interior, sera capaz de tocar al deprimido y sentir su desamparo, tal como hizo Jesús. 
El cuarto paso de la terapia de Jesús se produce cuando él sana al enfermo a través de la palabra "Quiero, queda limpio". Jesús ayuda a la persona depresiva. Esta junto a ella y sigue con ella su camino. Pero no le quita su depresión. Mas bien, la desafía para que haga por su cuenta, algo que está en su poder. Quien se acepta con su depresión deja e sentirse impuro. La depresión forma parte de la persona. Se la acepta y, de esta manera, pierde poder.
Para aceptarla la primera acción o paso sería concederle permiso para que la depresión pueda existir y reconocer de una vez por todas que se padece de esta enfermedad. La persona que acepte esto e integre la depresión en su vida también confiara en la comunidad humana. Quien odia la depresión sera perseguido siempre por ella. Tenemos que reconciliarnos con nuestra depresión e integrarla en el camino de nuestra vida.
Toda enfermedad tiene un sentido especial, pues cada una es una purificación; solo hay que averiguar de qué lo es. La depresión me limpia de ilusiones que deforman la verdadera imagen que tengo de si mismo, de los enturbiamientos con los que mis progenitores o yo mismo hemos encubierto la verdadera individualidad. Me pone en contacto con la imagen original y genuina que Dios se ha hecho de mi. Causa daño tener que despedirse de la imagen que nos hemos formado de nosotros, de la imagen de un ser siempre fuerte, dueño de sus sentimientos, que hace frente a todos los problemas, que no tiene miedo y domina su vida.
La depresión puede experimentarse como un alejamiento de Dios, como un agujero en el que uno está separado de los seres humanos y de Dios. Sin embargo, también puede conducir hacia una experiencia mas profunda de Dios. En medio de la oscuridad, intuyo algo de la proximidad de otro Dios completamente distinto, del Dios sombrío, al que ya no soy capaz de describir con palabras, pero al que experimento como el Dios misterioso e infinito.
La aceptación de la propia depresión conduce a menudo a una clarividencia interior. La mística habla de la noche oscura del alma y el espíritu. La noche oscura, no es idéntica a la depresión. Sin embargo, cuando asumimos nuestra depresión, puede convertirse en la noche oscura que limpia nuestros sentidos y nuestro espíritu de todas las proyecciones que hacemos sobres Dios. La depresión nos protege de acaparar a Dios para nosotros. Si el mundo exterior esta oscuro para nosotros, dirigiremos la vista hacia el interior. Y allí descubriremos a veces el secreto del yo.
La persona depresiva apenas es capaz de dar por su cuenta el paso de aceptarse así misma, a su depresión, para integrarla en su vida, para no cargarla sino mas bien abrazarla. Al igual que el leproso del Evangelio, necesita a una persona que, como Jesús, se vuelva hacia ella y se quede a su lado, que la sostenga y entre en contacto con ella, a la vez que hace salir a la luz su propia fuerza. Toda depresión tiene también un sentido. Si la rechazamos y nos desestimamos porque somos depresivos, jamas reconoceremos el sentido de nuestra enfermedad. Solo la compasión con la enfermedad podrá transformarla.
La segunda acción o paso, consiste en establecer una relación con nuestra depresión, ponerla ante nosotros, observarla, preguntarle ¿que me quieres decir?¿que mensaje traes para mi?¿que es lo que he pasado por alto en mi vida?¿En que me he exigido demasiado y he sobrepasado mi medida?¿de que imágenes propias debo despedirme?¿que actitudes interiores debería abandonar?, etc.
La tercera acción o paso, es el contacto. Un buen camino para entrar en contacto con la depresión es prestar oído al cuerpo, enfocarse corporalmente para poder percibir la depresión. Mientras mas afectuosamente me adentre en el lugar de mi cuerpo en el que se ha alojado, mas pronto se transformara la depresión.
La cuarta acción o paso: quiero quedar limpio. Dios sí a mi depresión. Acepto mi depresión, me acepto tal como soy y con la fuerza de mi voluntad, entro en contacto con toda la debilidad que experimento en la depresión, pues deseo vivir y no me abandono. No se trata de reprimir la depresión con mi voluntad, sino de entrar en contacto con la depresión a través de mi voluntad, de este modo, a pesar del toda la depresión, sentiré la fuerza que se esconde todavía en mi voluntad. Ella bastará para levantarme ahora y permitir que hoy me decida por la vida.   

Jn17,1-26